La Paradoja de las Dietas: Por Qué Restringir la Comida Aumenta la Compulsión
Irene Villalón
08/12/2025




Casi todo el mundo alguna vez se preocupa por la comida, ha pensado en hacer dietas y en perder peso o cambiar su cuerpo. Lamentablemente, es una conversación universal, presente en reuniones de amigos, familiares y redes sociales. Sin embargo, a pesar de lo común que es el tema, está lleno de contradicciones, consejos que cambian con el viento y una frustración compartida por no entender por qué algo tan fundamental como comer puede ser tan complicado.


La ciencia, sin embargo, desvela la complejidad de la relación que tenemos con la comida. Investigaciones recientes están demostrando que nuestra relación con la comida va mucho más allá de la simple fuerza de voluntad o el conteo de calorías.


En este artículo te cuento algunos de los hallazgos reveladores sobre la restricción alimentaria y la compulsión con la comida, todos basados en investigaciones recientes que nos invitan a pensar de una forma completamente nueva sobre lo que significa "hacer dieta".

 

Distintos Tipos de Restricción

 

El concepto de "restricción dietética" puede matizarse, diferenciando entre la intención y el comportamiento real, y sus efectos sobre la compulsión.

 

1. Restricción Cognitiva (Intención): Implica los esfuerzos cognitivos para limitar o evitar comer, independientemente de si se lleca a cabo.


2. Restricción Dietética (Restricción efectuada): Representa los esfuerzos concretos para reducir o evitar el consumo de alimentos.


La principal diferencia radica en si la limitación de la ingesta se queda en el plano del pensamiento/intención (restricción cognitiva) o si se traduce en una reducción de la comida consumida (restricción dietética).


3. Restricción Rígida: esta forma de restricción hace referencia a una forma maladaptativa de restricción que se relaciona con síntomas de alteración alimentaria. La restricción rígida es un enfoque más estructurado y dicotómico para controlar la comida (ej., contar calorías, evitar alimentos tentadores). La restricción rígida es considerada por algunos expertos como perjudicial, ya que equivale a aumentar un comportamiento que puede contribuir entre otros factores al desarrollo de síntomas de trastorno alimentario.

 

La relación entre la restricción, las dietas crónicas y la compulsión con la comida se describe a través de un patrón paradójico de desinhibición y modelos teóricos que sugieren que la restricción es un factor de riesgo para la compulsión, especialmente bajo ciertas condiciones emocionales y cognitivas

 

La Restricción y el Ciclo Vicioso

 

Los intentos de restricción y las dietas crónicas, impulsados por la preocupación por el peso y la forma corporal, pueden intensificar la compulsión por la comida. Cuando la restricción es quebrantada la ansiedad con la comida, suele conllevar un aumento de los esfuerzos por restringir nuevamente la ingesta perpetuando el ciclo de restricción-atracón, característica que se observa en dietantes crónicos y en trastornos alimentarios. Este ciclo se intensifica aún más cuanto más restrictivas son las dietas que se han hecho.


La restricción crónica de la alimentación es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de trastornos de la alimentación, como el trastorno por atracón.


Los dietantes crónicos, a pesar de restringir su alimentación por el temor a ganar peso, paradójicamente incrementan su ingesta o se sobrealimentan bajo ciertas condiciones lo que se relaciona con la recuperación y el aumento de peso a largo plazo.

 

El Rol de las Emociones y el Estrés

 

La compulsión con la comida en dietantes crónicos se observa a menudo durante estados emocionales intensos, particularmente ante ansiedad o estrés. Hay distintos mecanismos que influyen en este patrón de aumento de la compulsión con la comida.


La creencia popular nos dice que cuando estamos estresados o ansiosos, comemos para sentirnos mejor, buscando una especie de "consuelo" en la comida. Sin embargo, además de esto las investigaciones sugiere que el mecanismo puede ser mucho más complejo.


Por un lado, la compulsión con la comida aparece como herramienta de gestión emocional en el marco de una falta de habilidades de reconocimiento y autogestión de las emociones. En momentos de vulnerabilidad emocional es cuando el mecanismo de compulsión con la comida se activa. De esta manera se busca refugio en la comida y ante algo que no sé gestionar a nivel emocional se enmascara con algo controlable y conocido como es la comida.


Cuando emociones que se pueden experimentar como intensas como la ansiedad, la tristeza, el fracaso, se sienten como amenazas y como situaciones incontrolables, poner el foco en la comida, “romper la dieta”, pasa a ser algo conocido y controlable. De manera que inicialmente el comer de forma compulsiva proporciona desconexión, aunque posteriormente de nuevo vuelve el nuevo malestar. Sin embargo, aunque también es negativo, se siente más controlable.


Esta hipótesis para explicar este patrón se denomina “enmascaramiento”, sugiriendo que la ruptura de la restricción alimenticia es una forma de "enmascarar" la ansiedad. Por lo tanto, el hambre emocional en este contexto no es tanto una búsqueda de consuelo, sino una estrategia inconsciente para cambiar el foco de una amenaza existencial a un problema dietético que, aunque frustrante, se siente más manejable.

 

Por otro lado, en personas que han realizado o realizan dietas crónicamente buscando perder peso o cambiar su cuerpo, la compulsión también puede ser inducida por la ansiedad y el malestar que produce la relación con el cuerpo y la autoestima del individuo. Cuando la persona desea perder peso y esto no se produce o se produce un aumento o reganancia tras un periodo de dieta, el malestar con el cuerpo puede ser detonante de malestar que desencadene compulsión con la comida.

 

Una Invitación a la Reflexión

 

Como hemos visto, nuestra relación con la comida, el peso y las dietas es mucho más compleja y matizada de lo que sugieren las creencias populares que afirman que la compulsión con la comida se produce por falta de fuerza de voluntad o de autocontrol. 


La restricción no es un concepto único, aunque las acciones no se alineen con las intenciones, la restricción mental o cognitiva tiene influencia en los mecanismos detrás del comportamiento alimentario, a menudo de forma inconsciente. Tanto las personas que han hecho múltiples dietas en sus vidas, como personas que no han seguido una dieta como tal pero si tienen restricciones mentales respecto a la comida, esto va a jugar un papel en que haya un riesgo mayor de comportamientos alimentarios alterados, entre ellos ingestas compulsivas.


Una de las claves para dejar de usar la comida para gestionar emociones es, en lugar de centrarte en qué comes, entender por qué comes cuando no tienes hambre. Se trata de desarrollar nuevas y mejores herramientas gestionar y aprender a tolerar esas emociones sin recurrir a la comida.


Buscar ayuda conjunta de profesionales de la nutrición y la psicología especializados en alteraciones alimentarias puede ser un punto de inicio para caminar hacia una relación más sana y funcional con la comida.



Imagen obtenida en Freepik

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